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jueves, 16 de febrero de 2012

Santo Entierro - Juan de Juni


Santo Entierro (hacia 1541)
JUAN DE JUNI
Tamaño: inferior al natural madera policromada. (técnica del estofado)Plasma en sus obras el sentir espiritual de la época. El dolor, la aflicción, el sufrimiento, que por influencia del pensamiento místico se consideran caminos para llegar a Dios. Para transmitir estos sentimientos se vale de un movimiento violento, de torsión, que estremece a sus figuras. Este movimiento, que parte del espíritu, agita unos cuerpos robustos y sacude unos paños blandos y resbaladizos, llenos de vida, que se retuercen en su abundancia con la misma violencia que las carnes, expresando tanto como ellas En los rostros de sus figuras, de evidente naturalismo, consigue unas calidades de blandura y morbidez excelentes, que hacen pensar más en el suave modelado de la arcilla que en la ruda talla en madera realizada a golpes de gubia  Sus expresiones, de dolor reconcentrado y ausente, junto con sus fuertes manos de gestos teatrales, dan rienda suelta a toda la emoción interna . La excelente calidad de la talla se complementa en sus obras con una magnífica policromía de estofado, de elegante colorido y variada decoración.



La talla es de gran perfección, en la anatomía, las proporciones, los paños
Realizado entre 1541 y 1544 por encargo de Fray Antonio de Guevara, franciscano, cronista del emperador Carlos V y obispo de Mondoñedo, se encontraba en el desaparecido convento de San Francisco de Valladolid, en el cuerpo inferior de un retablo instalado en su capilla funeraria.
Actualmente en el museo de escultura de Valladolid.

El grupo se compone de siete figuras. La principal, Cristo muerto, articula la disposición de las seis restantes que se distribuyen simétricamente en un esquema del más puro clasicismo, de tal forma que el movimiento y actitud de una figura es contrarrestado en el lugar opuesto por otra similar. La figura de Cristo descansa sobre un sarcófago adornado con los escudos de Fray Antonio. De cuerpo y cabeza majestuosos, son su policromía (tonos violáceos, sangre cuajada y negruzca indicando la duración del suplicio...) y sus manos (rotas y descoyuntadas) las que llevan el mayor peso expresivo, transmitiendo por sí solas todo el horror de la muerte.
El resto de los personajes se aplican a la tarea de amortajamiento: retirando espinas, limpiando heridas, perfumando el cuerpo... mientras expresan su reacción ante esta muerte. La Virgen presenta desconsolada sus brazos al Hijo siendo suavemente contenida por San Juan. A la izquierda, Salomé y José de Arimatea (dirigiéndose al espectador para obligarle a salir de su pasividad ante la escena) muestran unos rostros desfigurados, decrépitos y blandos, fruto de un profundo sufrimiento físico y moral. A la derecha, María Magdalena, la figura más delicada del conjunto, transmite su dolor con un movimiento de torbellino, en el que participan sus abundantes ropajes, mientras Nicodemo eleva una agónica súplica al cielo.
Juan de Juni , con su bagaje borgoñón y renacentista, supo adaptarse muy bien a la espiritualidad de la imaginería religiosa española del siglo XVI que sobre todo pretendía apelar a los  sentimientos del espectador, con esas expresiones de dolor y gestos tan expresivos..
Tendrá gran influencia en la imaginería española del barroco.


Otras muchas figuras religiosas como El Calvario, busto de Santa Ana.


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